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STORIES

Pesadillas de Verano
Hoy, es lunes.
   Me adentro por los interminables y estrechos pasillos del instituto, mirando a las caras de la gente; parecen zombis. Es normal, el fin de semana, entre romería y resaca, les dejó así. Están pero a la vez no están. Sigo caminando en zigzag ya que a los niños de 1º de la ESO les encanta correr y empujar a la gente. Da igual el día y la hora, ellos te empujarán por los pasillos. Sí, son pequeñitos, pero son mayoría. A veces dan miedo, te ríes de uno y a los cinco minutos ves a una pandilla de quince que “te quieren pegar”…
   Por fin llego a la clase en la que llevo unos ocho meses más o menos. Nada más entrar y ver las caras empiezan mis instintos asesinos que llevan ocultos durante el curso. “A esa la tiraría por la escalera”, “¿A ese? Mejor que no se quede de espaldas a mí”, “Y esa tía, por favor. Le tiraría la mesa en la cara”, “A aquella… Oh, ella me cae bien”. A principio de curso somos un grupo unido, compañeros todos. Después es cuando se empiezan a formar los “grupitos”. Están los típicos que no hacen nada. Espera, sí hacen algo… DORMIR. Luego las típicas amiguitas que se llevan genial en clase y fuera se critican como si les fuera la vida en ello. Por último pero no menos importante, estamos “Los que nos llevamos bien” que somos el resto de la clase.
  Llega el profesor de Matemáticas y empezamos con los polinomios. ¿A qué genio malvado se le ocurrió poner Mates un lunes a primera hora? De verdad, encima que hacemos un gran esfuerzo por levantarnos de la cama, algunos a las seis de la mañana, para que tengamos que soportar a un profesor dando Matemáticas que parecen Lengua. Lo digo porque ya hay más letras que números. Y luego las “típicas” no paran de preguntar que para qué tenemos que aprender eso, y el profesor, cansado, contesta “Pues para aprobar, señorita”. En eso es en lo único que estoy de acuerdo con ellas. ¿Acaso algún día utilizaré un polinomio en la vida cotidiana? ¿O una raíz cuadrada? Claro, iré a la panadería y diré “Deme 5x+23-x·2x/6x+1 de pan, por favor”. Ya sé que es cultura general, pero es algo aburrido.
 Al fin, tras muchos intentos de usar mi “fuerza mental” para adelantar el reloj, toca la campana, y sigue sonando, y sigue y sigue….

-¡AH! ¡Llego tarde a clase!- grito sobresaltada
-¿Qué dices, tonta?
ESTAMOS EN VERANO- me contesta mi hermana




Love Stories

The Unknown


Allí estuvo esperando, en aquel banquito tan importante para ella. En el que meses atrás había conocido a su amor. Mientras la primera brisa de la primavera rozaba su cara y hacía volar su cabello, miraba hacia todos lados, esperando a que apareciera su novio. Eran las cuatro y media, había pasado veinte minutos desde la hora acordada, pero Ángela seguía allí. Carlos siempre llegaba tarde a todos lados, lo que para ella era perfecto ya que eso hacía que tuviera muchas más ganas de verle.
-¿Dónde te has metido, Carlos?-se dijo a si misma
Pasaron segundos, minutos, horas… pero Carlos no apareció por allí. Ángela miró su reloj, suspiró, se levantó y se fue. Subió los pequeños escalones del parque, mirando hacia abajo y viendo cómo sus lágrimas dejaban  marcas circulares en ellos.
-Le odio… si va a llegar tarde o básicamente no va a venir, sólo tiene que mandarme un mensaje, llamarme, lo que sea. Pero no, él tiene que dejarme plantada mientras yo muero de frío en este parque- pensaba
A punto de llegar a casa escuchó, en un callejón, a un par de personas riendo sin parar. Miró con curiosidad, pero prefirió no haberlo hecho. Su novio estaba borracho y besándose apasionadamente con otra chica, con su mejor amiga.
-¡Carlos!- gritó Desi, la mejor amiga de Ángela
-¡Ángela! No es lo que piensas- dijo Carlos
-Ah ¿no? ¿No te estás besando con Desi? ¿No estás borracho? ¿No me estás engañando como a una estúpida? No, no es eso-
-Ángela puedo explicarlo- contestó Carlos, dándole la mano
-¡Suéltame!- gritó mientras soltaba la mano de él- ¡No quiero volver a verte en mi vida!
-Oye, no es su culpa- dijo Desi
-¿Encima le defiendes? Es culpa de los dos. Espero...-se secó las lágrimas y siguió- Espero que seáis felices juntos.
Se fue deprisa de allí, llorando y sin prestarle atención a su alrededor. Se sentó en un muro frente al mar, a una manzana de su casa. Observó cómo el Sol proyectaba los últimos rayos de luz del día. Se colocó los auriculares y puso la música a todo volumen pensando que de esa forma sus problemas desaparecerían. Y así fue. El olor a mar, a aire puro mezclado con la música de Lana del Rey le tranquilizaba y le hacía sentir que volaba.
-“I will love you til the end of time, I would wait a million years. Promise you’ll remember that you’re mine. Baby can you see through the tears”- cantó en voz baja sin darse cuenta del chico que estaba sentado a dos metros de ella.
Al ver las lágrimas que recorrían los cachetes de Ángela, el chico se acercó a ella.
-Disculpa, ¿estás bien?- dijo
-¡Oh! Perdona, ¿has dicho algo? No te he escuchado con los auriculares- contestó mientras se quitaba un auricular.
-Pregunté qué si estabas bien. Te escuché cantar y al ver que llorabas me he preocupado…
-Sí, estoy bien. Tonterías nada más- contestó ella
-No creo que una tontería haga llorar a una chica tan guapa.- dijo. Seguidamente le subió la barbilla hasta que sus ojos quedaron paraleros- Puedes contármelo. Dicen que soy buen consejero.
-No te molestes, se me pasará…-
-Se te pasará, sí. Pero a lo mejor puedo ayudarte en algo. No me gusta ver así a nadie-

-Hoy quedé con mí ahora ex-novio en el parque de aquí al lado, pero no fue. Me dejó plantada. Cuando volvía a mí casa le vi en un callejón, borracho y besando a mi mejor amiga-
-¿De verdad? Si te soy sincero fue lo mejor que te pudo haber pasado. Imagina que no le hubieras visto. ¿Qué habría pasado?
-No me enteraría y me seguiría engañando-le contestó
-¡Exacto! Así que alegra esa cara porque no vale la pena llorar por una persona así, a parte, tienes una sonrisa preciosa y deberías enseñarla todo el tiempo-
Lo miró y sonrió. Por un instante olvidó lo que había pasado media hora antes pero sintió lo mismo que al conocer a Carlos.
-Se está haciendo tarde y veo que estás tiritando. Ten mi chaqueta- dijo y le dio la chaqueta vaquera a Ángela.
-Gracias, eres muy amable. Oye, ¿me acompañas a casa? No me gusta ir sola por la noche.
-Por supuesto.
Durante los cinco minutos posteriores estuvieron riendo, contando anécdotas, etc. ¿Lo mejor? No pensó ni un segundo en Carlos. En esos momentos sólo existían él, ella y la música que se enseñaban unos a otros para intercambiar sus gustos musicales. Al llegar ocurrió lo mejor del día.
-Bueno, es aquí. Muchísimas gracias por estos diez minutos jajaja. ¡Ay! Llevo un rato contigo y no sé tu nombre… ¿Cómo te llamas?- preguntó Ángela
-Me llamo Lucas, ¿y tú cómo te llamas?-preguntó con una sonrisa, ya que llevaban hablando todo el trayecto y no sabía el nombre de ella.
-Ángela. Encantada jajaja.
-¿En serio? Casualidades de la vida… Te llamas Ángela y eres tan bonita como un Ángel-
-Muchas gracias- contestó sonrojada
-No hay que darlas, chica. Entra ya, hace frío aquí afuera-
-Pues adiós. Gracias por hacer que me olvide de Carlos durante este rato. Te lo agradezco mucho. Por cierto, ¿volveremos a vernos?
-Vivo aquí al lado, es imposible no vernos jajaja. Todos los días voy a la playa a hacer surf. Si quieres quedamos mañana.
-Vale, así me pasas más música ¿de acuerdo?- dijo mientras sonreía
-Perfecto. Mañana a las once de la mañana te espero en el murito donde nos conocimos- contestó y le dio la mano- Estaré encantado de pasarte toda mi música si hace falta.
-Hasta mañana entonces-le dijo y al ver que se daba la vuelta siguió hablando- ¡Oye! En mi casa cuando nos despedimos nos damos dos besos
Lucas se dio la vuelta, la miró, mostró su perfecta sonrisa y le plantó dos besazos.
-Hasta mañana, Ángela-
Ella entró a la casa y al llegar a su habitación se dio cuenta de que todavía llevaba la chaqueta de Lucas.
-Mañana se la devolveré. Espero que no se congele en el camino- musitó
Observó la chaqueta, la colocó encima de la cama, se acostó a su lado y  la olió por última vez antes de dormir. Olía a su colonia favorita pero lo que más le gustaba, era que olía a ÉL






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